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          y2a -Treinta años de BMW M1

          Treinta años de BMW M1

          Treinta años de BMW M1 (03/04/2008)

          La estrella llegó de blanco: cuando la 64 edición del Salón del Automóvil de París abrió sus puertas en otoño de 1978, los aficionados a los coches deportivos tenían un objetivo claro: la exposición de BMW Motorsport GmbH.

          Allí podían admirar el nuevo modelo, extremadamente dinámico y extraordinariamente bajo, que dejaba muy claro a simple vista cuál era el deportivo alemán más rápido en la carretera: el BMW M1, con 1.140 milímetros de altura y 204 kW (277 CV) de potencia, alcanzaba una velocidad de más de 260 km/h. "Todo el mundo se agolpaba alrededor del nuevo deportivo de BMW con motor central", escribió la prensa. Y: "la lista de pedidos es mayor que las expectativas más optimistas: un aficionado de BMW americano, por mencionar sólo un ejemplo, ya ha hecho un pedido de tres M1". Eso era muy significativo, considerando que el súper-deportivo de BMW tenía un precio en 1978 de exactamente 100.000 marcos alemanes, suficiente como para comprar cuatro BMW 323is con un par de extras opcionales.

          La verdad es que pocos coches han despertado tanta expectación y con tanta anticipación como el BMW M1, que representaba todo el saber hacer de BMW en competición. El proyecto E26, como se le conocía en la compañía cuando el M1 aún no tenía nombre, empezó en 1976. Iba a ser el primer coche verdaderamente exclusivo construido por BMW Motorsport GmbH, la subsidiaria de competición de BMW fundada en 1972. Esta compañía de competición, que ya se había hecho un gran nombre por sí misma en el panorama de la competición internacional con el rápido BMW 2002 y el realmente superior BMW 3.0 CSI, ahora planeaba aumentar su éxito a un nivel aún mayor con un coche de competición especialmente construido y preparado para las competiciones de los Grupos cuatro y cinco.

          De acuerdo con la normativa del Grupo cuatro de aquella época, si un fabricante quería que un coche entrara en esa competición debía producir al menos 400 unidades en 24 meses consecutivos, tenía que tener dos plazas y una semejanza clara en su aspecto exterior con el modelo de producción. Eso dejaba bastante claro que el E26 tenía que ser no sólo un coche de competición de pura sangre, sino también un deportivo matriculable.