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Hace siglo y medio, el 18 de marzo de 1858, nacía en París en el seno de una familia de emigrantes bávaros Rudolf Christian Karl Diesel, el padre del motor de combustión interna que lleva su nombre y que en la actualidad lidera el mercado de vehículos a motor, al menos en el viejo continente.

Tras años de esforzados intentos, tras superar dificultades insospechadas se ha conseguido crear una máquina sencilla de construir, de funcionamiento suave, que hace realidad el proceso que yo había propuesto y que consigue resultados muy por encima de los logrados hasta ahora…

Rudolf Diesel envió estas entusiastas palabras al profesor Gustav Zeuner en 25 de febrero de 1897.

El motivo era que una semana antes, el 17 de febrero, en un local donde más tarde se asentaría la Maschinenfabrik Augsburg-Nürnberg AG (MAN), había cobrado vida el primer motor de combustión interna que no necesitaba bujía y que podía funcionar con aceites minerales o vegetales.

Rudolf Diesel se mostraba orgulloso del suave funcionamiento de su invento, que a la luz de la técnica actual giraba con un auténtico estruendo. Si pudiera escuchar el rugido de algunos motores TDI que se construyen hoy en día seguramente caería presa de la incredulidad.

Jamás llegó a ver un automóvil propulsado por su motor (era grande y pesado y solo servía como motor estacionario o como propulsor de barcos), pues murió en extrañas circunstancias en 1913 en un viaje en barco.

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