La empresa consultora Roland Berger y la Universidad de Oxford han concluido un estudio donde intentan vislumbar las consecuencias que tendrá sobre el mercado automovilístico global la llegada de los coches de bajo coste.
El informe concluye algo fácil de intuir: los efectos van a ser “dramáticos”. Considera que los coches “low cost” no solo servirán para entrar en los llamados “mercados emergentes”, sino que tendrán una gran demanda en los países con elevadas tasas de motorización.
Según Ralf Landmann (de RolandBerger) los fabricantes tendrán que variar en gran medida sus estrategias de marca y sus planteamientos de marketing. Actualmente, 15 marcas ofrecen una veintena de modelos de bajo precio. Para 2011, estiman que esta oferta se habrá duplicado.
Calculan que el 70% de los actuales compradores de coches de segunda mano podrían estar más interesados en adquirir un coche nuevo de precio reducido.
Según el estudio, los fabricantes no deberían involucrarse en este segmento con sus marcas ya consolidadas. La mejor manera de acceder a esta nueva clientela sería mediante la creación de una segunda marca inferior, reposicionar alguna marca del grupo dentro de la categoría (virgencita de Martorell, que me queda como estoy) o crear una marca nueva específica para este segmento.
Cuatro son los pilares para conseguir el éxito en este nuevo mercado: mantener los costes al mínimo, ofrecer al público modelos casi a medida para cada necesidad, mejorar la comunicación con el cliente y buscar nuevas vías de comercialización.
Resumiendo: todo este estudio tan sesudo se puede resumir en una sola frase: muchos fabricantes van a tener que revisar sus precios a la baja si quieren seguir vendiendo coches. Ya era hora.
Al fin buenas noticias para el consumidor. Está claro que el automóvil es una necesidad, que hace tiempo que dejó de ser un artículo de lujo. Algo que repasando las listas de precios de cualquier revista, los porcentajes de impuestos y los carteles de las gasolineras resulta cada vez más difícil de creer.