"Más que picaresca, es una imprudencia", dice Miguel Simonet, "hoy he visto un tractor en el que se había unido un eje con una escayola como de colegio", cuenta este hombre que lleva más de 35 años trabajando como técnico supervisor. Para revisar los vehículos agrícolas los técnicos se desplazan hasta los pueblos con una unidad móvil. "Le he pedido que sacara el vehículo hasta la puerta, pero él insistía en que entrara yo a la finca", narra, "al final he conseguido que lo trajera y cuando he visto cómo tenía unido el eje, con algo que parecía como yeso, he entendido porqué no quería moverlo: para que no se cayera ´el arreglo´", explica.
Este veterano inspector tiene un buen puñado de anécdotas como esta, de gente que presenta su vehículo a pesar de saber que no está bien, cruzando los dedos y haciendo apaños de lo más imaginativo para que los técnicos no se den cuenta. La "pena" es que éstos saben lo que hacen y en los diez minutos escasos que dura la revisión pillan siempre a unos cuantos cada día.
Simonet cuenta la historia de un hombre al que no dieron el visto bueno porque su motor perdía aceite y volvió a los pocos minutos con el tema aparentemente solucionado. Los supervisores sospecharon ante tanta rapidez y decidieron fijarse bien. Descubrieron con pasmo cuál había sido la solución de este conductor: ni corto ni perezoso, había vaciado el depósito y había circulado de vuelta hasta la estación sin aceite.
Entre risas y junto al director del servicio, Antonio Moranto, recuerda también a un hombre que pidió cita para que le revisaran un piano que había comprado en el extranjero. Después del desconcierto inicial, descubrieron que el error venía de la aduana, donde los funcionarios vieron que se importaba algo de marca ´Yamaha´ y dieron por sentado que era una motocicleta.
Otro caso de los curiosos, rememora Simonet, fue el del hormigón armado, que ocurrió hace muchos años y aún le hace sonreír. "Era un albañil que le hizo un forro de 10 centímetros de cemento al interior de su 600", cuenta, "era sólido y a su entender perfecto, pero no pasó la inspección, claro".
Hoy los desafíos de los inspectores son otros, muchos más sofisticados que el cemento. En los últimos años ha nacido una nueva afición que es todo un reto para los inspectores de la ITV: el ´tunning´. Las transformaciones de los coches, algunos hasta puntos insospechados, han de ser debidamente legalizadas por el Consell, pero lo cierto es que los ´tuneros´ no siempre lo hacen. Estos conductores ven en la ITV su principal enemigo. "Te putean al máximo", dice Juan José, alias Guancho, momentos antes de enfrentarse a la inspección con su llamativo y modificado coche, tras tres intentos anteriores y más de mil euros gastados para la ocasión. "Ahora me han hecho quitar una pegatina que tenía en esta luna, cambiar la matrícula porque era muy pequeña y una luz roja que tenía detrás, además de poner un tubo de escape nuevo", cuenta, " pero, ¿y qué les importa si tengo cuatro tubos en vez de uno más pequeño?", se pregunta. Guancho protesta porque "total, no es para correr , sino para que haga un poquillo más ruido". Esta vez Guancho, después de retirar un reloj no reglamentario que tenía al lado del volante, la ha pasado. Eso sí, una vez obtenida la autorización y a menos de cinco metros de los supervisores, Guancho no se lo ha pensado y lo ha vuelto a montar: "es sólo una decoración, lo pones y dejas el coche más guapo", explica contento.
A Xavier Morais le he pasado algo parecido. Él también es aficionado al ´tunning´: "Me gusta mucho cuidar el coche", explica este joven que se ha gastado alrededor de 4.000 euros en modificarlo. Aunque explica que siempre que cambia algo cumple y lo legaliza ante el Consell, esta vez le han obligado a retirar una franja que tenía en la parte de arriba de la luna principal. "Hace seis meses estaba permitida", explica resignado a la puerta del centro de inspección mientras rasca con las uñas el material adhesivo del cristal. Tiene cuatro horas para quitarlo y que le den por buena la inspección. Al final abandona: "Ya volveré por la tarde".
Rebajar los bajos del vehículo, otra de las costumbres de estos aficionados al motor, puede suponer otro obstáculo para superar la ITV ya que está fijada una distancia mínima obligatoria entre el coche y el suelo. Ante eso los ´tuneros´ no tienen problema: simplemente hinchan de más los neumáticos para que el coche parezca más alto de lo que es realmente.
Si mencionábamos antes la picaresca, seguramente en eso los ´tuneros´ sean sólo superados por algunos conductores profesionales, que se las saben todas para pasar la inspección y no quedarse sin su herramienta de trabajo. Por ejemplo, Moranto cuenta que un día iba en taxi y oyó por la radio cómo le decía un taxista a otro: "¿dónde te dejo el extintor que ya he pasado la ITV?". Simonet comenta además que es curioso que si ven que no van a poder ser atendidos por su inspector predilecto "todos tienen a su madre en Son Dureta y claro...".
Además de trapicheos con extintores, tampoco descartan que exista cierto tráfico clandestino de neumáticos. Simonet señala que es posible que los camioneros se presten los neumáticos unos a otros para la ocasión "porque luego cuando vas por la carretera ves algunos que es imposible que hayan superado la inspección". Además, según cuenta este veterano técnico, "las matrículas de algunos de estos vehículos no se pueden leer porque ´casualmente´ están salpicadas de hormigón o algo así".
Tanto Moranto como Simonet indican que las excusas que han oído "tampoco son para tanto" y es que, tal y como demuestra el caso de los taxistas y sus madres supuestamente ingresadas en Son Dureta, por lo visto hay un déficit de creatividad a la hora de poner pretextos. "Huele a quemado porque acabo de cambiar el tubo de escape, no por nada más", decía Guancho poniendo la mejor de sus caras ante tres miembros del personal del centro. Uno de ellos, Toni Rosselló, explica que una de las excusas más populares es ´la del mecánico´. La frase "pero si yo lo acabo de llevar al taller y me han dicho que estaba bien...", la ha oído ya unas cuantas veces en los cuatro años que lleva trabajando de técnico. "Aunque la mayoría de los que vienen", apunta el técnico de la ITV, "tiene el coche en buenas condiciones".
Las reacciones de los conductores al no obtener una inspección favorable es de lo más variada. La mayoría, lo aceptan con resignación y paciencia. Alguno, explica Toni, incluso se ha puesto agresivo, y algunos más se han puesto a llorar al no superar el trámite sobre todo porque se han sentido engañados por quien les vendió el vehículo. También se han dado un par de casos amargos de personas que al saber que no han pasado la inspección, de la impresión, han llegado a fallecer allí mismo, un episodio macabro que nadie quiere recordar.
Además de excusas, la ITV es una gran fuente de rumores. Una de las falsas creencias más difundidas entre los conductores es que hay centros más permisivos que otros e inspectores peores que otros. Moranto lo desmiente: "Todos seguimos el mismo protocolo de actuación".
En Mallorca existen cuatro estaciones: en el polígono de Son Castelló, en Can Pastilla, en Manacor e Inca, por las que pasan una media de 500 vehículos diarios. De estos, unos 125 son rechazados la primera vez. Las de la Part forana son las que tienen más fama de suaves y el director general apunta que han detectado una tendencia curiosa: que vehículos inquers van a Manacor para el trámite, mientras que los manacorins se desplazan hasta Inca.
Moranto indica que este mito puede deberse a que después de un recorrido largo los coches llegan con el motor más caliente y eso les favorece a la hora de pasar la inspección, pero que no tiene que ver con los técnicos. Comenta además que, aunque en principio se puede elegir a qué centro ir, en el caso de no obtener el permiso hay que volver al mismo hasta conseguirlo, pero claro, siempre están los que son rechazados en uno y se van a otro, "a ver a si cuela".
Si la colección de anécdotas ya está suficientemente surtida a día de hoy, habrá qué ver qué pasa el año que viene. A partir de 2009 la revisión será obligatoria también para todos los ciclomotores: una nueva fuente de apaños, excusas y rumores; un nuevo desafío los técnicos de la ITV.