El mundo de los inventos es realmente fascinantes, por las historias de los inventores y por los artilugios que arrancan a sus cabezas.Lo que te puedas imaginar, de la fregona a un estirador de los dedos de la mano para aspirantes a pianistas, de una mesa giratoria para poder leer varios libros a la vez al recordado fracaso delabrigo paracaídas con el que Franz Reichelt se atrevió a lanzarse de la Torre Eiffel. Y a esnafrarse, claro.
De todo hay en la actualidad pero, sobre todo, entre aquellos benditos locos pioneros, como los citados. Y curiosamente en este ámbito la provincia de León tiene personajes realmente fascinantes, tres de los cuales llegan hoy a este apartado de los pioneros del géneros y por ser tres tipos muy diferentes y, sobre todo, adelantados a su tiempo pues uno de ellos es el precursor del GPS (al leonés Antonio Martín Santos), la segunda lo es del libro electrónico (la argollana Ángela Ruiz Robles) y su paisano de Los Argüellos Belarmino Canseco que se atrevió, nada más y nada menos, que con un barco sin timón y un líquido capaz de sacarlo a flote en el caso, nada probable para él, de que el invento no saliera bien.
Estamos hablando —al margen de la loca genialidad de Belarmino— de dos inventos de absoluta actualidad que, sin embargo, fueron imaginados en 1949, en el caso del libro electrónico, y en 1955, en el del GPS. Casi nada.
Y, sin embargo, estos tres personajes han caído en el olvido y, lo que es peor, en el caso de la maestra nacida en Villamanín, doña Angelita, aún están sin solucionar algunos de los problemas que pretendia solucionar con su libro electrónico, como “reducir el peso de los libros y las mochilas y hacer más atractiva la enseñanza para los alumnos”. Curiosamente en los centros de salud se siguen tratando muchos problemas de espalda en los que los médicos diagnostican que la causa de los mismos es el elevado peso de las mochilas que cada día llevan a clase.